Con frecuencia lo que usamos o tenemos en nuestra vida cotidiana, no lo valoramos, porque nos parece que es normal tenerlo o usarlo, este puede ser el caso de un plato, de un vaso o de un cubierto y sin embargo es valioso darnos cuenta de la maravilla de contar con estos objetos que nos hacen la vida más fácil y por lo general más bella.

En los tiempos de antes poseer una vajilla, entendida como todo el conjunto de platos, fuentes, vasos, etc., ha sido durante muchos siglos símbolo de riqueza y elegancia, siendo un lujo que no todo el mundo se podía permitir. Colecciones de platos de porcelana, que provenían de China, eran preciados tesoros para las clases más altas, llegando a superar el precio de metales como el oro o la plata.

La porcelana fue trabajada originalmente en China, por este motivo, al referirse a porcelana de alta calidad, se le llama Fine Bone China,  aunque haya sido elaborada en otro país, este nombre hace referencia a la forma de producción artesanal. De hecho, las principales fábricas de porcelana actuales están ubicadas en Europa, más específicamente en Alemania, Francia e Inglaterra, España y Portugal y en Japón, entre otros.

Las vajillas elaboradas en porcelana son sometidas a niveles de temperatura y presión muy altas. Al contrario de la cerámica, su materia prima es la arcilla, lo que produce un acabado más fino y brillante.

Según la decoración utilizada, la porcelana puede clasificarse en tres tipos:

  • Pintada a mano, en la que se puede apreciar cierto relieve además de verse detalles de las pinceladas hechas por el artista. Estas vajillas son las más finas debido a la exclusividad de sus diseños.
  • Decorada, en este tipo de vajillas el artista utiliza una plantilla para decorar las piezas, solamente preocupándose por reproducir los colores respectivos en el dibujo.
  • Calco, es el tipo de porcelana más económico ya que la decoración es hecha usando calcomanías especializadas.

Este tipo de vajillas tiene un resultado final fino y elegante lo que le hace el material de elección para restaurantes y hoteles tradicionales y como su producción es más económica, está más al alcance de todos.

La Evolución de las vajillas a lo largo de la historia

Hace 2 millones de años, cuando nuestros antepasados descubrieron la agricultura y dejaron la vida nómada a un lado, la cerámica, que hasta ese entonces solo se había usado para uso escultórico de representaciones divinas, se reinventó y asumió un papel más utilitario para la creación de recipientes con tres funciones principales: vasos destinados al cocinado de los alimentos (ollas), vasos destinados al almacenaje (orzas) y vasos destinados al servicio comunitario de alimentos (cuencos y vasos).

Siglos más tarde durante la edad antigua llegaron los grandes banquetes griegos y romanos, en estos momentos el acto de comer alcanzó una gran sofisticación y con ello el desarrollo de los recipientes utilizados en diferentes materiales como el oro y el metal. La Vasa Escaria, como llamaron los romanos al conjunto de recipientes y utensilios que utilizaban a la hora de comer, estaba presente en las casas de todos los romanos, diferenciando las clases sociales por la calidad de los recipientes que podían adquirir, cerámica más tosca para las clases humildes y cerámica más lujosa, como las primeras sigillatas, para las clases acomodadas.

Es importante notar cómo el ser humano, no sólo elabora los utensilios que necesita, sino los decora, porque necesita embellecer su vida, ya que estamos llamados a la belleza.

A partir de esta época, empezaron a aparecer nuevos materiales tales como la madera o el vidrio, el cual gracias al descubrimiento del soplado fue una auténtica revolución pues se podía llegar a hacer más cantidad en menos tiempo.

Esto provocó, que al igual que la cerámica, los recipientes de vidrio llegarán a todas las clases sociales, imitando los acabados de las vajillas de plata y oro, las cuales no todo el mundo se podía permitir.

La aparición de la porcelana en Europa durante la Edad Media causó furor, este material desconocido en occidente y con una fórmula secreta que nadie conseguía descubrir fue el foco de atención de las clases más altas, llegando a pagar barbaridades por vajillas o juegos de té que viajaban con mercaderes desde China a través de la Ruta de la seda.

En cambio, en las clases más bajas durante la edad media destacan las piezas de barro, como escudillas con orejetas y ollas las cuales se seguían sirviendo directamente en la mesa para comer de ellas, y utensilios de madera, convirtiéndose esta en el material principal hasta bien entrado el Renacimiento, época en la cual la sociedad sufre un cambio espectacular a nivel cultural, social y económico que se ve reflejado en la manera de comportarse en la mesa y la variedad y refinamiento de los recipientes en torno a ella.

Las vajillas del siglo X1X,  se diseñaron en base a la comida francesa, y se fabricaron con fuentes de servicio y variedad de platos para los diferentes servicios, que en la actualidad ya no se diseñan.

Las vajillas modernas son más sencillas , aunque empieza a ver nuevamente un gusto por las vintage, ya sean auténticas o replicadas.

Algunos países tienen casas que elaboran vajillas que son representativas de los mismos, es el caso de Limoge en Francia, Vista Alegre en Portugal, Rosenthal en Alemania, Royal Doulton en Inglaterra, Noritake en Japón, que además de tener sus diseños clásicos, se han actualizado con estilos más contemporáneos de gran calidad y belleza.

México no se queda atrás y contamos con vajillas preciosas de talavera en Puebla, de Barro negro en Oaxaca, Tonalá en Jalisco, cerámicas de Valle de Bravo.

Por lo general cuentan con pocos platos y un mínimo de equipo de servicio.

Por lo que es necesario completarlas en

En los sesentas hubo furor por las vajillas de plástico y desechables, sin embargo en la actualidad se ha retomado el gusto por la loza y la porcelana por el tema ecológico y finalmente es mucho más agradable una vajilla aunque sea de barro a un plástico.

 Por lo general ya no se cuentan más que con una o dos en cada hogar, es importante tenerlas cuidadas, no despostilladas, que vayan con el estilo de la casa y sobre todo que sean para ofrecer a la la comida a la familia o a los amigos en equipos que aunque no sean costosos, si sean dignos para ofrecer una calidad de vida, en todos los detalles del hogar y un tip importante que se puedan combinar con diferentes manteles, individuales o caminos de mesa distintos que permitan la creatividad y variedad en la mesa.